Hablas y miro lejos, tanto que me pierdo. Seguirte la corriente en la pequeñez de tu susurro es como una melodía contagiosa que se adhiere a mi mente, que destruye el puente de las lágrimas y endulza las palabras de mis labios incoscientemente. He llegado a amar ese sonido de la lluvia, transparente como el cristal y tú has conseguido que adore tu voz. Podía haberte ignorado y seguir escuchando ese silencio que se oye, que conquista, pero no lo hice porque no me dejas fingir que aún estás conmigo.
